lunes, 25 de agosto de 2025

Sabra y Shatila




Ya no soy capaz de seguir día a día los acontecimientos; los crímenes, debiera decir. Estoy más o menos informado por los amigos que me envían noticias, comentarios, fotos, etcétera. Sí, estoy hablando de lo que sucedió en el Oriente Medio, donde en los hacinamientos de Sabra y Shatila, en Beirut, unas 2.000 personas, árabes, claro está, fueron masacradas por el ejército libanés apoyado por el israelí en los primeros años 80 del siglo pasado. Cito estos campos porque creo que ahí empezó la persecución contra la gente de Gaza, y si no estoy en lo cierto, lo fundamental sí lo es. En ese momento intervino Naciones Unidas que lo calificó como acto de genocidio; vamos como ahora, más o menos. Entre aquel genocidio y este han muerto gazatíes a mansalva y el Estado de Israel ha sido condenado por la ONU cientos de veces. ¿Ha servido para algo? Contéstense ustedes mismos. A mí lo único que se me ocurre es que los actos contra esa gente han evolucionado en mil maneras, y me atrevería a decir que lo único que no se ha hecho con ellos es darles comida y agua envenenadas para que mueran como perros. Pero no se preocupen, el amigo Netanyahu no tiene límite. Y si tiene tiempo, ya verán ustedes.

 

Y entretanto miles y miles serán asesinados ante nuestros ojos, no solo ante los ojos de los ciudadanos europeos, pero sí fundamentalmente. No vamos a culpar a africanos, americanos del centro o Sudamérica, o asiáticos de cualquier lugar, excepto Japón. Únicamente cuatro o cinco ministros holandeses han dimitido de su gobierno, los demás, incluidos los nuestros o principalmente, debieran adoptar, cuando menos, un cierre total de las relaciones, no solo políticas, sino fundamentalmente, comerciales.

 

Será lo único efectivo, pero por favor, antes de que acaben con esa pobre gente.


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