Ya no soy capaz de seguir día
a día los acontecimientos; los crímenes, debiera decir. Estoy más o menos informado
por los amigos que me envían noticias, comentarios, fotos, etcétera. Sí, estoy
hablando de lo que sucedió en el Oriente Medio, donde en los hacinamientos de
Sabra y Shatila, en Beirut, unas 2.000 personas, árabes, claro está, fueron
masacradas por el ejército libanés apoyado por el israelí en los primeros años
80 del siglo pasado. Cito estos campos porque creo que ahí empezó la
persecución contra la gente de Gaza, y si no estoy en lo cierto, lo fundamental
sí lo es. En ese momento intervino Naciones Unidas que lo calificó como acto de
genocidio; vamos como ahora, más o menos. Entre aquel genocidio y este han
muerto gazatíes a mansalva y el Estado de Israel ha sido condenado por la ONU cientos
de veces. ¿Ha servido para algo? Contéstense ustedes mismos. A mí lo único que
se me ocurre es que los actos contra esa gente han evolucionado en mil maneras,
y me atrevería a decir que lo único que no se ha hecho con ellos es darles
comida y agua envenenadas para que mueran como perros. Pero no se preocupen, el
amigo Netanyahu no tiene límite. Y si tiene tiempo, ya verán ustedes.
Y entretanto miles y miles serán
asesinados ante nuestros ojos, no solo ante los ojos de los ciudadanos europeos,
pero sí fundamentalmente. No vamos a culpar a africanos, americanos del centro
o Sudamérica, o asiáticos de cualquier lugar, excepto Japón. Únicamente cuatro
o cinco ministros holandeses han dimitido de su gobierno, los demás, incluidos
los nuestros o principalmente, debieran adoptar, cuando menos, un cierre total
de las relaciones, no solo políticas, sino fundamentalmente, comerciales.
Será lo único efectivo, pero
por favor, antes de que acaben con esa pobre gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario