María se veía incapaz de conciliar el sueño aquella noche. Sólo pensaba en la explicación que le daría a su marido José sobre su embarazo. Se lo había anunciado bien clarito aquél tal Ángel, de los Laboratorios Señor.
Decididamente fue muy mala idea acceder a los requerimientos del portugués del banco Espíritu Santo.
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