domingo, 11 de marzo de 2012

La indignidad



Hoy hemos estado, mi mujer y yo, en la manifestación contra la reforma laboral; apenas unos cientos de personas en una gran ciudad de servicios, en una provincia de setecientos mil habitantes con gran desarrollo industrial. Claro, la manifestación la convocaban los sindicatos españoles, ¡cómo va usted a comparar! Y después, en el telediario, me he enterado de que los que hemos ocupado la calle en esta España de mis entretelas somos unos indignos, pues lo hemos hecho en coincidencia con el aniversario de los atentados del once de marzo de 2004. Por lo visto, a la misma hora, el ministro de justicia y la alcaldesa de Madrid honraban aquél recuerdo; nosotros, los de siempre, los que no amamos a la patria, nos asoleábamos en la calle.
He dicho los de siempre, pues me he acordado de las manifestaciones ante los grises, contra la dictadura, o ante la indiferencia general, contra el terrorismo de ETA, de las concentraciones con ocasión de los atentados.
Pero ha habido algo que me ha llamado mucho la atención: entre los asistentes, prácticamente nadie por debajo de los cuarenta años. Muchos jubilados a los cuales poco nos afecta ya la reforma laboral como no sea en nuestros hijos o nietos, que no es mi caso. Pero como digo, los jóvenes, nada de nada. Deben de pensar que no es asunto de su incumbencia o estaban en otra cosa, quizás surfeando en la playa. O piensan que lo de la política y los sindicatos es cosa ya pasada, que no es asunto de nuestros días, o que los derechos de que hasta ahora gozan como ciudadanos o trabajadores se han conseguido cogiéndolos de algún árbol, como fruta madura, o que como siempre han tenido de todo eso también lo seguirán teniendo, que no tendrán que luchar por ello.
Pero, bien pensado, quizás sea cierto, quizás seamos indignos y no nos merezcamos ese estado del bienestar de que hasta ahora hemos gozado. 

2 comentarios:

  1. A mi me parece que en este articulo se mezclan conceptos que nada tienen que ver unos con los otros. No entiendo la relacion entre reformas laborales y nacionalismos. No creo que dependa de quien la convoque sino como se convoque!

    Respecto a lo de los jovenes, sinceramente creo que usted ha caido en lo mismo de siempre, que los jovenes no hacemos nada, que nos creemos que nos viene todo regalado, etc... que seamos mas acomodados, puede ser, que no tengamos conciencia ninguna, para nada! entre los jovenes, asi como entre los no tan jovenes, los hay de todo tipo: los que luchan y se manifiestan y los que les interesa mas cualquier partido de futbol de segunda B.

    En todas partes se cuecen habas, y garrulos los hay de todas las edades.

    Haciendo mencion al titulo del articulo, "la indignidad", fijese en los indignados... acaso la mayoria son jubilados?

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  2. No encuentro gran discrepancia entre su comentario y mi entrada; mi error puede estribar en mi manía de mezclar conceptos o en un uso no siempre acertado de la ironía. Me explico:
    Los sindicatos representan a una clase, normalmente una clase trabajadora, de obreros o de empleados mayormente. Por eso suelen tener adjetivos que les definen así. Pero cuando un sindicato se define vasco o catalán, por ejemplo, está anteponiendo su nacionalidad a su clase social. Este es el caso concreto del mayor sindicato en Euskadi, que es la correa de transmisión del Partido Nacionalista Vasco; el otro sindicato, que reclama también para sí ser el de los trabajadores vascos lo hace sólo en euskera, con lo cual también se está definiendo claramente. Y es, a su vez, la correa de transmisión de los partidos abertzales (patriotas); pero como éstos son los que están en el gobierno, está, digamos, aletargado. Entonces, si los sindicatos vascos no convocan a la manifestación…poco nos extrañará que la gente no acuda.
    Y respecto a los jóvenes, concuerdo bastante con usted, pero yo constataba un hecho que me llamó enormemente la atención. Y la reforma laboral afectará sobre todo a los jóvenes, ya que no se ha promulgado para un par de días. Y creo que son los jóvenes los más interesados en las condiciones de trabajo, simplemente porque les queda ante sí toda una posible vida laboral.
    Cierto es que los partidos políticos y los sindicatos son instrumentos o herramientas de la lucha política que hunden sus raíces en el siglo XIX y ahora estamos en el XXI y necesitan una revisión de sus planteamientos y estructuras organizativas, cuando menos; cierto es que el clientelismo y la corrupción han encontrado también acomodo en los mismos, como en cualquier otra organización; pero también es cierto que uno de esos partidos está utilizando su mayoría legislativa para gobernar sólo a favor de una de las partes, la del gran capital, que no es ni siquiera la del común de las empresas; y cierto es, sobre todo, que la salida a la crisis se está haciendo gravitar exclusivamente sobre otras de las partes, las clases trabajadoras y las clases medias, que no han sido culpables de la misma.
    Y respecto a la indignidad, me refería exclusivamente a que, como siempre también, la derecha de este país, utiliza todo tipo de calificativos contra los que no pensamos como ellos. Pero a esto ya estamos acostumbrados.

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