sábado, 25 de agosto de 2012

Freedom leaks




Como seguramente recordarán ustedes, no hace tanto tiempo que Londres se negó en redondo a la extradición de Pinochet, de infausta memoria. Entonces el demandante fue el juez Garzón, en nombre de la Audiencia Nacional española.
La justicia británica desplegó todas sus artes en defensa de aquél personaje que, para muchos, no merecía morir en la cama como cualquier ciudadano honrado.
Ahora –curiosidades de la vida-, el mismo juez defiende la no extradición del creador de Wikileaks, a la que Londres parece proclive. En medio se encuentra Suecia, país poco sospechoso de dobleces diplomáticas; unas ciudadanas de ese país han acusado a Julian Assange de violación. Y entretanto, Washington afirma no tener intenciones de ser la última etapa del posible viaje del australiano.
Hubo un tiempo, y parece que ya ha pasado, en que funcionaban el asilo político y la presunción de inocencia, en defensa de la libertad de las personas.
Imposible aventurar cómo acabará este caso, pero la Gran Bretaña tiene tras de sí una acreditada postura de supeditación incondicional a los deseos de su ex colonia, hasta convertirse en el mamporrero oficial de la política americana. Por si acaso, he querido curarme en salud ante estas pérdidas de libertad a las que los anglosajones nos tienen tan acostumbrados.

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