Los
hechos:
El
día once de septiembre, el día de Cataluña, hubo una manifestación en
Barcelona, a la que acudieron, con toda seguridad, más de seiscientas mil
personas. Dicho de otra manera, casi dos de cada diez ciudadanos catalanes se
manifestaron a favor de la independencia de Cataluña. Cuatro días después, el
día quince, hubo otra en Madrid, de carácter nacional, convocada por los
sindicatos e innúmeras organizaciones ciudadanas que, a duras penas, logró
reunir a sesenta mil personas. Dicho de la misma manera, no llegaron ni a dos
de cada cien los ciudadanos españoles que se manifestaran contra los recortes.
La
interpretación:
Alguien
que no conociera las realidades española y catalana, podría, lícitamente,
entender que:
Los
españoles no catalanes viven mucho mejor que los catalanes, no tienen apenas
paro, ganan mejores sueldos y no están afectados por recorte alguno.
O
bien, los españoles no catalanes tienen sojuzgados a éstos, abusan de ellos y
los catalanes han empezado a cansarse de esta situación.
O,
también, los catalanes piensan que, si fueran independientes, la crisis no les
afectará y los sucesos de corrupción que han protagonizado muchos de los que
llevaban las pancartas por la independencia no volverán a producirse y podrán
vivir en un nuevo estado próspero, democrático y justo.
O,
finalmente, los catalanes son unos ingenuos, creen en el catalanismo y se dejan
seducir por cantos de sirena.
Pregunta
final:
¿Por
cuál de estas razones u otras se inclinan ustedes?
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