Pues
nada, amigos, yo esperando que el ínclito Rafael Hernando dijera algo sobre
Grecia, y casi llegamos al final de la campaña y aún no ha abierto la boca; o
al menos, yo no lo he visto.
Así
que la votación es el domingo –ignoro si allí tienen el sábado para reflexionar
o tienen las cosas claras antes de la víspera-, y quiero despedir este modesto
serial con unos pocos apuntes.
Por
un lado, ha habido un vídeo del partido en el gobierno explicando claramente
que, en caso de victoria de Syriza, el país se quedará sin un duro, los bancos
extranjeros ya no comprarán más deuda, el tesoro nacional se quedará seco y las
pensiones dejarán de pagarse. A los que no cobran ninguna pensión les dará
igual, pero los que cobran algo, aunque sea poquito y no les dé para vivir, se
tentarán la ropa mientras observan de reojo los anuncios sobre nuevos coches de
cien mil euros, que siguen vendiéndose. ¿Qué harán?
Por
otro lado, Pablo Iglesias y Cayo Lara apoyarán a Syriza en el último mitin y
pedirán el voto a los ya convencidos de votar. ¿Alguno con dudas que lo vea por
televisión, se decidirá entonces?
Por
fin, el anuncio de hoy de Draghi de poner en marcha la máquina de hacer dinero
–cosa que ha sido un anatema hasta estos momentos y que reafirma que la
excesiva deuda acumulada hace imposible su pago- deja fuera a Grecia de sus
beneficiosos efectos hasta que se vea en qué queda la cosa. Esto puede tener
efectos contradictorios: desde el que piense que una victoria de la derecha
haga más rápida la adhesión de Grecia a esa medida, hasta el que crea que la
victoria de Syriza le dará fuerza para
la negociación con Bruselas al tener ya una parte de la batalla ganada,
precisamente esa parte que antes no se podía plantear.
Sea
cual sea el resultado del domingo, el lunes será, como siempre, el día de la
victoria en España. Todo el espectro parlamentario español encontrará sobrados
motivos para arrimar el ascua a su sardina. Incluido aquí el resultado que por
ser tan apretado, no deje otra opción al ganador que negociar con algún otro
para tener mayoría suficiente para gobernar.
Pero no me resisto a cerrar este
comentario, sin acudir a un reciente artículo de Joseph E. Stiglitz, premio
nobel de economía que textualmente decía, hace justamente un par de días: El problema no
es Grecia. El problema es Europa. Si Europa no cambia sus maneras de actuar —si
no reforma la eurozona y rechaza la austeridad— una reacción popular será
inevitable. Grecia podría mantener el rumbo en esta ocasión. Pero esta locura
económica no puede continuar por siempre. La democracia no lo permitirá. Sin
embargo, ¿cuánto más dolor tendrá que soportar Europa antes de que se
restablezca el sentido común?
En otro momento será, pero tengo
previsto volver sobre esas palabras de Stiglitz, acerca de una reacción popular
y el papel de la democracia. Sean ustedes felices.
¡vaya¡ , no sabía que habías vuelto...
ResponderEliminary mira con lo que me e encontrado ,
hasta luego , pues
Nunca me había ido (del todo) Renacentista. Sólo que hay veces que me prodigo más y otras menos, pero sí que me parece que tú has estado ausente un tiempo...
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