sábado, 30 de julio de 2011

La barbarie (2)


Es ésta una segunda entrega, como comentábamos en la anterior. Y en esta segunda entrega, hablaba yo de esos asesinatos en masa a los que nos tienen acostumbrados al otro lado del Atlántico...
Este artículo se publicó en Euroequipos en el número de mayo de los corrientes.








ASESINOS ILUSTRADOS(2)





Siguiendo con este macabro asunto, les traigo hoy otros casos sobre los cuales espero que coincidamos en la calificación que da título a estos comentarios.

Parece ser que quién mató a Isaías Carrasco y a Ignacio Uría es un tal Aguinagalde -y aquí viene lo bueno-, Licenciado en Medicina y con el MIR aprobado. No se a ustedes, pero me ha impactado que un joven capaz de hacer una carrera como Medicina y obtener la correspondiente plaza como Médico Interno Residente –ignoro en qué puesto-, a la temprana edad de 24 años, se dedique en sus tiempos libres a sicario. ¿Qué contradicciones se le habrán planteado estudiando el desarrollo de la vida humana, preparándose para una profesión que tiene por objetivo principal el defenderla? ¿Ninguna? Pues a lo mejor. Puede ser que se moviera en dos esferas distintas, la una, el aprendizaje mecánico de una profesión, quizás por satisfacer una exigencia o tradición familiar, y la otra, la trama de heroicas acciones en defensa de la patria. ¿Y cómo habría reaccionado si hubiera caído en sus manos, en el ejercicio de su profesión, el cuerpo necesitado de atención de un enemigo del pueblo? Recuerden que nuestro padre Arzallus calificó a los socialistas como el enemigo número uno de este pueblo. Son preguntas que uno se hace ante noticias como la descrita.

Porque otras, con iguales consecuencias, pueden entenderse mejor. Me explico: En los sanfermines del 2009, otro joven médico, psiquiatra por más señas, asesinó a una estudiante de enfermería. Parece ser que se conocían y el alcohol, las drogas, el deseo sexual no correspondido, ¡quién sabe!, hicieron el resto. Pero uno puede pensar en un momento de ofuscación, con el entendimiento obnubilado. Distinto de la acción premeditada por causas tan nobles como la defensa  de la nación.

Otro psiquiatra, militar en este caso y de ascendencia árabe, se lió a tiros y mató a trece de sus conmilitones en una base militar americana.

Lo cierto es que la muerte está cada vez más barata. A pesar de que cada día que pasa la educación, la formación, o el desarrollo en nuestro ámbito, sean más altos. Algo falla, no puede ser que estemos formando una sociedad más refinada sólo para que los asesinos exhiban titulación universitaria. Se puede comprender la violencia ciega en las luchas tribales africanas –disculpen los africanos; se puede entender el homicidio como colofón de un atraco, no hay más que pensar en las llamadas bandas albano-kosovares, –disculpen los eslavos del sur; puede ser comprensible que a un sudaca se le vaya la mano -¡son tan machistas!; pero que eso pase aquí, entre los hijos de la vieja Europa… Hasta los del IRA auténtico han vuelto a matar, ¡reivindican su autenticidad!

Todos los años, una o dos veces por año, para mayor precisión, nos asalta la terrible noticia de una masacre perpetrada por algún estudiante contra sus compañeros y maestros, generalmente en Estados Unidos. Esto todavía no ocurre en nuestras latitudes -no se preocupen que todo se andará- ni en países subdesarrollados, resulta propio del primer mundo, y no podemos echar la culpa a moros, sudacas o rumanos. Son gente como nosotros, como los que han provocado más de ochocientas victimas en nuestro país. Y como decíamos arriba, gente con instrucción.

Pero quizás no debiéramos extrañarnos tanto de estas muestras de violencia. Y para que vean que no me callo los asuntos que me puedan resultar más próximos, les cuento un hecho sucedido a finales del XIX, cuando como consecuencia de una pelea por motivos políticos, determinado mozo de Miera (Cantabria), se lamentaba ante su médico, amigo y compañero de partido de que éste no hubiera hecho nada por salvarle el ojo, - antes bien, parece que se lo sacó del todo-, y le reconvenía en estos términos: pero don Aurelio, ¿qué me ha hecho usted? El Doctor Pozas le contestó tranquilamente: no te preocupes, hombre, tú has de ver más con un ojo que otros con dos.







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