miércoles, 6 de julio de 2011

Desde el chiringuito



En un chiringuito, el primero de julio, un hombre, en sus sesenta, leía en voz alta El Mundo para sus dos amigos. Los tres se desternillaban de risa porque una noticia hablaba de un tipo que, en no sé qué país, llevaba treinta y siete años sin bañarse ya que su médico –o hechicero, no estoy seguro- le había recomendado tal práctica para poder tener un descendiente varón.

Al poco –mi mujer y yo seguíamos con la misma caña-  subieron de la playa las cónyuges respectivas; a una de ellas, nuestro hombre le echó literalmente encima la perra que dormitaba bajo su mesa –yo no había reparado en el animal- con estas palabras: Mira, Luna, que ya viene la mamá.

Sobra decir que todos ellos, los seis, tenían muy buen aspecto y lucían con naturalidad y elegancia, brazaletes, collares y relojes; Luna era también un magnífico animal.

Nosotros empezamos a no entender el por qué de las risotadas anteriores.

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