miércoles, 4 de octubre de 2017

A vueltas con Cataluña (3)




A VUELTAS CON CATALUÑA (3)


El rey estuvo bien, anoche cumplió con su papel, es decir, leyó con un buen tono y una perfecta dicción el texto que le habían preparado.
¿Quiénes? Los del gobierno, los mismos que preparan las intervenciones de Rajoy, pongo por caso, tal y como dicta la propia Constitución Española, pues ya sabemos que el rey reina pero no gobierna. ¿Qué quiere decir esto? Que presta su figura –y ciertamente tiene buena figura- para los actos oficiales, sean éstos de protocolo, de celebración o de luto. Ahí pronuncia unas palabras que le han preparado o, en ocasiones, le ha preparado su casa civil, su secretario si lo prefieren, previo visto bueno del gobierno. Esto lo sabemos todos desde siempre, pero es muy conveniente repetirlo. ¿Por qué? Porque tiene sus ventajas y también algún inconveniente, para la institución monárquica, me refiero.
Entre las primeras está la seguridad de que si cumple con el gobierno al hacer lo que éste espera de él, se asegura automáticamente seguir ocupando la morada que habita con el frigorífico lleno. Pero se puede generar así un pequeño inconveniente, si en un momento dado hubiera una disociación entre los intereses del gobierno y los del pueblo gobernado. Y, claro, si el pueblo considera que el Rey está más de parte de aquél puede intentar cambiar la relación de fuerzas. Y esto, si se concretara, no le interesa a la institución monárquica, que se mantiene por vínculos sanguíneos que no garantizan nada, y que, a la larga, cansa al pueblo que puede preferir un sistema republicano, a cuyo representante, el Presidente de la República, se le puede elegir para uno o varios mandatos, y del que se espera que encarne los intereses de toda la ciudadanía, de los que le han votado y de los que no; es decir, que en muchos casos, actúe de árbitro.
Y ésta forma de actuar es la que no se dio anoche en el discurso del Monarca. Se olvidó de la mala gestión del gobierno en el desarrollo, más que decenal, de esta crisis, de la equivocación de pensar que se puede, in eternis, invocar a una Constitución que ya no despierta adhesiones, que no se puede dejar de lado a los millones de votantes, dentro y fuera de Cataluña que claman por una solución negociada que él podría haber patrocinado, etcétera.
De modo que ayer fue un mal día, y cada fecha que pasa nos acerca a un escenario que nadie se atreve a visualizar, porque, del otro lado, el President Piugdemont adelantó que su gobierno presentará al Parlamento Catalán la aprobación de la Declaración Unilateral de Independencia, que no puede conducir a ningún puerto seguro.
En estas estamos.

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