A
VUELTAS CON CATALUÑA (y 8)
Se
cumplen los peores augurios. Puigdemont contesta, otra vez, que no ha declarado
la independencia –lo cual es rigurosamente cierto- pero añade que si no cesan
la intervención y la presión, es posible que el Parlament proceda a declarar
esa independencia tan “sui generis”. A esto, Rajoy contesta que el sábado 28 si
no hay cambios se aprobará por su gobierno el inicio de la aplicación del
artículo 155. ¿Un diálogo de sordos, dice usted? Bueno, los que leíamos el TBO
en nuestra niñez recordamos una sección que se titulaba diálogos para besugos.
Uno pregunta una cosa y el otro responde otra. Rajoy recordará esto, Puigdemont
quizás no, es más joven.
En
cualquier caso, es muy posible que a partir de este momento acabe la política y
empiece otra cosa que no me atrevería a definir. Rajoy ha añadido que con el
155 se va a “recuperar la convivencia pacífica entre ciudadanos”. Yo, por más
esfuerzos que hago, no veo que esa convivencia se haya visto alterada, ni en
Cataluña ni fuera de ella, como no sea por actos de los ultras de extrema
derecha que, al calor de la bandera nacional, y tras escuchar lo que ha dicho
el bello Pedro de que Podemos está a favor de la independencia de Cataluña, han
acosado a la vicepresidenta valenciana Mónica Oltra. Pero para estos casos
existe el correspondiente cauce judicial para su sanción, si se quiere activar,
cosa que dudo. También dice Rajoy que se
va a “proteger el interés general de los españoles, entre ellos los ciudadanos
de Cataluña”. A este interés paternalista cabría contestarle a Rajoy que para
conocer ese interés general una buena senda sería mirar por el bien común de
todos, y consentir que ese interés se expresara en las urnas en forma de un
referéndum pactado.
De
modo que, en adelante y salvo grandes cambios, las noticias sobre Cataluña
tendrán mejor cabida en las páginas de sucesos de la prensa que en este humilde
blog.
Y
como dicen los toreros, que Dios reparta suerte.
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