sábado, 30 de mayo de 2020

Dos soluciones para una crisis (y 2)

Esta es la segunda parte de Dos soluciones para una crisis.




Tras analizar brevemente la solución clásica de oferta y la solución keynesiana de demanda, e insistir en que no pretendemos otra cosa que un análisis muy resumido, vamos a tratar someramente de la RBU, como prometimos en el capítulo anterior.

Habíamos definido la RBU en los siguientes términos: aquella herramienta mediante la cual todo ciudadano mayor de edad, recibe mensualmente una cantidad fijada de antemano que le garantiza el acceso a una vida digna, independientemente de sus otros ingresos si los tiene, y es incondicional, es decir, no le obliga a ningún compromiso para con el Estado.

Es la herramienta sobre la que más se ha escrito, y solo por citar autores españoles tenemos el estudio de los economistas catalanes Jordi Arcarons, Daniel Raventós y Lluís Torrens, que estimaron en 2013 un costo total de 34.000 M€ (3% del PIB) en base a un pago anual de 7.471 euros para los adultos y 1.500 para los menores. Este coste señalado es perfectamente asumible si tenemos en cuenta que con el actual sistema impositivo español existe un diferencial de presión fiscal estimado de entre un 4 y un 8% menor que en los países europeos de los que somos socios.

Experiencias con la RBU ha habido varias, y quizás la más completa a la vez que reciente sea la habida en Finlandia, que aporta además unas conclusiones recién salidas a la luz. Veamos:
El proyecto consistió en entregar una renta básica de 560 euros mensuales libres de impuestos durante 24 meses a 2.000 parados de entre 25 y 58 años, elegidos al azar entre las 175.000 personas de todo el país que percibían algún tipo de subsidio por desempleo. Los seleccionados, que estaban obligados a participar en el experimento si querían mantener sus prestaciones sociales, seguirían recibiendo la renta básica incluso si encontraban trabajo durante ese período. Al mismo tiempo, se estableció un grupo de contraste formado también por desempleados de la misma franja de edad, a los que no se les concedió la renta básica, sino que percibieron los subsidios habituales, y con quienes posteriormente se compararon los resultados obtenidos. El experimento se puso en marcha en enero del 2017 y se programó hasta diciembre de 2018; ahora mismo se han conocido las conclusiones. Entre éstas cabe citar que los perceptores del ingreso no dejaron de buscar nuevo empleo, y trabajaron mas horas y más días de media que los del grupo de contraste que no cobraban la renta; lo contrario a lo acaecido suele ser la primera pega que se pone en contra de su implantación. Personalmente creo que es por la escasa confianza que tenemos en nuestros congéneres, y otras ideas predeterminadas. Asimismo manifestaron tener un mejor bienestar mental y una mayor satisfacción vital.
Los responsables del proyecto concluyeron que fue un éxito y proporcionó una información que no habría sido posible obtener sin él, y que esa información será utilizada para afrontar la reforma del sistema de seguridad social. Lo veremos. Para más información, ver https://www.publico.es/economia/exitoso-experimento-finlandes-renta-basica-no-desincentiva-busqueda-y-aumenta-felicidad.html.

Si consideramos las cifras de trabajadores afectados por los ERTE´s, más los despedidos y los que se ya encontraban en el paro, cobrando o no, más el enorme esfuerzo económico y burocrático que se ha desplegado y que no da resultados rápidos en tanto las necesidades son apremiantes para tantas familias, hemos de concluir que la RBU se presenta como una herramienta simple, rápida, eficaz, justa y asumible.













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