jueves, 10 de mayo de 2012

Nacionalización



Nacionalizar es un verbo que nos trae ciertos recuerdos del pasado. Se nacionalizaban las actividades por las que el sector privado no tenía ningún interés o aquellas donde había fracasado; después, si la cosa salía bien, se volvía a privatizar. Pero no a cualquiera…, ya me entienden. En resumen, se socializaban las pérdidas y se privatizaban los beneficios.
En las nacionalizaciones a que aludíamos ayer, aparte de servir al bien común, al Tesoro americano no le ha ido mal, en términos financieros.
Aquí, estamos siguiendo una  política de devaluación interna que ha cargado sobre asalariados y pensionistas. La bolsa ha sufrido también una merma considerable en sus cotizaciones, aunque no se pueda asegurar que los dividendos hayan seguido el mismo camino y los inversores hayan sufrido el mismo castigo que los asalariados.
Una nacionalización debiera significar valor cero para las acciones de la entidad que se nacionaliza. ¿Va a ocurrir aquí así? Las cajas españolas han sido cortijo exclusivo para los de toda la vida, primero, y para los políticos, después; el final ha podido ser cualquier cosa menos impredecible.
¿Excusa esto de la exigencia de responsabilidades? ¿Desaparecerán los actuales consejos? ¿Cómo se nombrará a los nuevos consejeros?

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