miércoles, 15 de junio de 2011

Borges








Ayer fue el vigésimo quinto aniversario del fallecimiento de Borges; todos hemos tenido ocasión de ver y leer reseñas sobre su figura, lo que supuso para la literatura en español, sus relaciones con la dictadura de Videla, lo que expresó acerca de Pinochet, sus contradicciones, en suma.

Hasta de su preferencia por la milonga, en detrimento del tango, que si lo consideraba italianizante, en contra de la tradición de la guitarra, trabajosa, como expresa en algún pasaje.

Pero, y esto quiero decirles, en Hombre de la esquina rosada, que he leído innumeras veces encontrando siempre cosas nuevas, se habla de tango y de milonga y de habaneras, de guitarras y de bandoneones y hasta de violines –en un lugar tan poco apto como el galpón de Julia, entre el camino de Gauna y el Maldonado-, de modo que ¡quién sabe! Yo desde luego, sobre esos menesteres, lo poco que conozco lo aprendí en un viejo almacén en Balcarce, esquina a Independencia, y lástima que ya no exista: sería un magnífico lugar para doctorarse en estas hermosas cuestiones.

Así que agarren estas cosas con pinzas, que suele decirse, pero no dejen de frecuentar a Borges; eso sí que es impagable.

2 comentarios:

  1. Gracias por su artículo sobre Borges. Me ha inducido a leer ese relato que menciona y realmente me ha maravillado, al margen de algunas palabras que no he entendido.

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  2. Pues encantado, si leer es explorar otras realidades, Borges nos sumerge directamente en ellas. En Hombre... uno se siente directamente allí, en ese galpón de mala muerte, con esa riqueza de culturas y personajes, con sus miserias y sus grandezas. Y sólo al final, de la manera más suave y tranquila, descubres lo que pasó. !Qué importan algunas palabras!

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