Mossos

           Acabo de verle, en la tele, dando explicaciones, que no se si era un mosso o un mosso en cap, pero les juro que se me han llenado los ojos de lágrimas, qué pena me ha dado, ver a un hombretón como ese, también emocionado, todo sinceridad, explicándose sobre el desalojo –fallido- de la Plaza de Catalunya.

Porque, tenemos que entenderlo, ellos pasaron miedo, ¡temían por su vida!, tener que enfrentarse a una multitud tan grande de guarros, sin otras armas que sus porras. ¡Si al menos hubieran llevado armas de fuego, protegidos por tanquetas y con apoyo aéreo! Creo que eso es lo que explica el empellón propiciado por uno de esos angelitos a una chica que quedó sentada en el suelo, tres metros más allá. El miedo y nada más que el miedo, ante la actitud agresiva y violenta de los guarros, como pudimos ver por la tele.

Que si la cosa hubiera sido al amanecer –como lo de la isla Perejil- todo cambia mucho, los pillas dormidos y no les da tiempo a nada. Pero no, a plena luz del día, ante las cámaras que todo lo graban y siendo tantos, tantísimos.

Así que hubo heridos y todo, pero entre los mossos, no se crean, que según me ha dicho un informador mío de Gramanet, más de cinco y más de diez han tenido que coger la baja laboral, aquejados de tendinitis en el brazo de pegar, que al fin y al cabo, ese ejercicio repetitivo y violento no es nada bueno. ¡Y hay a quién se le ha saltado la uña del dedo gordo del pie por las patadas propinadas, que la bota no protege como es debido!

¡Pobrets!